EL GUINEANO BLANCO

EL GUINEANO BLANCO
2:52:42 (BERLÍN 2013)

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EL ÚNICO Y GENUINO ATLETA AFRICANO DEL PATUKOS TIM RANIN

sábado, 5 de octubre de 2013

Berlín y El Muro.





Berlín, 8:30 de la mañana de un 29 de septiembre.
Catorce semanas y mil kilómetros de entrenamiento me han llevado hasta la línea de salida del maratón más rápido de Europa (probablemente del mundo).
   Año y medio ha transcurrido desde mi segundo maratón. Desde entonces mis entrenos y competiciones han tenido como objetivó mejorar cada día para llegar aquí en óptimas condiciones, para mejorar mis 2:59:00, para correr cada vez más rápido en una distancia que a veces es ingrata y cruel, pero que en ocasiones recompensa el esfuerzo de uno.

Avenida 17 de Junio.

   La Avenida 17 de Junio (con la Columna de la Victoria al fondo) es el punto de partida de la prueba. Está abarrotada de participantes; más de 37 mil tomarán la salida. En dicho lugar, para dar el pistoletazo, uno de los más grandes, Haile Gebresselasie, un atleta que ha estado más de tres lustros en la elite y que en 2008 fue el primero en bajar de 2 horas y 4 minutos en la distancia de Filípides. El día anterior tuve el placer de fotografiarme con él y de conseguir su firma en mi dorsal, lo cual ya justificaba en parte el viaje.

Con el gran Haile.

   Ahora sólo quedaba lo más importante: correr durante 42,195 kms lo más rápido y constante posible. La climatología parecía que iba a ayudar (8 grados al inicio, que serían 13 al acabar, sin lluvia ni viento).
    Lo cierto es que me encontraba mejor que nunca, mis sensaciones eran óptimas y sabía que era el momento de demostrarlo.
   Al darse la salida intenté ir cogiendo ritmo, sin obsesionarme por salir rápido. De hecho, y debido a la gran cantidad de gente y apelotonamiento de la salida, fue mi km. más lento (4'13). A partir de ahí comencé a marcar parciales casi idénticos en cada km., siempre en torno a 4'02/4'05.
   La carrera se iba estirando a medida que avanzaban los kms, siempre acompañado por el griterío de la gente que se agolpaba en las calles (más de un millón de espectadores, de múltiples nacionalidades, a lo largo del recorrido) y de la música de los grupos que daban más ambiente si cabe.
   El recorrido me permitió atravesar zonas de la ciudad y disfrutar de vistas de las que no había podido gozar en los días previos (Berlín es muy grande y no había tiempo para todo).
   Mi idea de carrera era llevar un ritmo muy uniforme, intentando mantener en la segunda parte de la competición el rimo de los primeros 21 kms. Así, llegué al punto de la media maratón en 1:25:53, unos segundos más rápido de lo previsto. Mi ritmo era bueno y no sentía molestias, el público añadía un plus de adrenalina y suponía una ayuda extra.




 Iban pasando los kms y seguía controlando mis ganas de miccionar (presentes desde el km 10), me aproximaba al km 30 y empezaba el maratón de verdad, ese en el que menté y cuerpo a veces se separan y alguno de los dos (o ambos) no responde como uno quiere. Es el momento de concentrarse aún más, de apretar los dientes y desechar los malos pensamientos.
   Sigo sin molestias y me acerco al km 35, donde puedo leer, en la pantalla colocada para tal efecto, los mensajes de ánimo enviados por mis amigos los PATUKOS desde Coruña. Es el momento del temido "muro" del maratón (y Berlín sabe mucho de Muros), pero estoy confiado porque sigo sin molestias y estoy haciendo mi mejor carrera de siempre, decido apretar un poco más, ya sólo quedan 7 kms y estoy tan cerca...




A partir del km 36 ya empiezo a notar el maldito cosquilleo en los isquios, los calambres acechan y toca sufrir. Aún así, mi ritmo en el 36 y 38 es más rápido (3'54/3'56).
   Sin embargo, el viento da de cara en las grandes avenidas por las que discurre el circuito en esa zona, hasta el giro del km 40, donde está situado el último avituallamiento. Es allí donde, de repente, los isquiotibiales dicen basta: pinchazo brutal en ambas piernas y no me puedo mover. Parece que todo se acaba aquí (por segunda vez me vuelvo a encontrar con el mismo problema a nada de acabar) Intentó estirar y arrancar un par de veces, pero las piernas no van. Me lo tomo con más calma, bebo un vaso de isotónica y vuelvo a estirar. Arranco de nuevo y las piernas parece que responden. Voy cogiendo ritmo poco a poco. He perdido algo más de un minuto en la parada, pero la meta ya está ahí.
   Estoy en Unter den Linden,  la gran avenida que finaliza en Puerta de Brandenburgo. La gente se agolpa para animar a familiares y amigos, y a todo aquel que se ha atrevido con los 42 kms.
Paso bajo el monumento más conocido de Berlín y encaro los últimos 300 metros intentando evitar un nuevo pinchazo sin bajar el ritmo.

Llego a la meta recordando a los de siempre y parando el crono en 2:52:42. Más de 6 minutos de mejora, a un ritmo constante toda la carrera. Muy satisfecho y feliz (aunque habrá que mejorar muscularmente para afrontar empresas mayores).




  Me entero en meta del nuevo récord de Wilson Kipsang (2:03:28). ¡Brutal!.
¿Y ahora? Ahora toca reponerse, recuperar la musculatura y en un par de semanas vuelta progresiva a los entrenamientos.






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